Manifiesto
Nos hemos perdido, hemos perdido la noción de qué es lo más sagrado, lo esencial: la vida. La Unión Europea se niega a cumplir la legislación internacional en materia de derechos humanos, mientras cientos de miles de personas que huyen de guerras y conflictos, de la muerte y la persecución, cientos de miles de seres humanos y sujetos del derecho a asilo y refugio en un lugar seguro no lo están encontrando.
Estos seres humanos hacen un viaje muy peligroso para llegar a la Unión Europea, cada día más hermética y militarizada. Les cuesta altísimas sumas de dinero de las que se lucran traficantes de personas, cuya labor es propiciada por las políticas migratorias antihumanas de la UE que favorecen la proliferación de este negocio del dolor. En su periplo soportan mucho sufrimiento, desesperación, cansancio y abusos de los derechos humanos, sus derechos y nuestros derechos, esos por los que los Estados debieran velar.
La actitud de las instituciones europeas ante este drama ha puesto de relevancia lo poco -o nada- que tiene este proyecto de social. El Pacto de la Vergüenza, suscrito entre los Estados de la UE y Turquía convierte a cientos de miles de personas en mercancía, subcontratando el deber de acogida de la UE a cambio de 6.000 millones de euros, la revisión de la política de visado a la población turca y la aceleración de las negociaciones de integración en la UE. Nuestro presidente en funciones, Mariano Rajoy, subscribió dicho tratado a pesar de la oposición del Congreso de los Diputados y a sabiendas de que a la ciudadanía nos llenaba de oprobio, vergüenza e indignación.
Mientras, las mujeres refugiadas, muchas de ellas solas por haber perdido a sus maridos en la guerra, están sufriendo, como han denunciado Amnistía Internacional, ACNUR y otras organizaciones, tocamientos, asaltos, acoso, violaciones, matrimonio precoz y forzado, peticiones de sexo transaccional para abaratar el coste del viaje o conseguir comida y ropa en los centros de recepción… el cuadro completo de la violencia sexual contra las mujeres, habitual en conflictos y desplazamientos, que se suma al drama migratorio, en especial de quienes viajan solas o con menores. No hay medios para protegerlas y esta falta de medios supone el incumplimiento de diversas normas internacionales como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer.
Mientras, sabemos que la Europol ha advertido de que, según sus datos, al menos 10.000 menores refugiados no acompañados han desaparecido en Europa, 5.000 de ellos de los centros de refugiados de Italia, y otros 1.000 en Suecia. Se teme que muchos de ellos, los que no se encuentren con familiares, hayan caído en manos de una “estructura criminal paneuropea”, un conjunto de organizaciones mafiosas con Alemania y Hungría como bases principales y que distribuirían a los menores a otros países para su explotación sexual o como esclavos. En 2015 llegaron a Europa 26.000 niños refugiados sin acompañamiento. 1.068 niños y niñas murieron en el trayecto. De lo que llegan, muchos no tienen sus necesidades básicas, incluida la educación, satisfechas.
Mientras, conocemos que un 5% de quienes llegan son personas ancianas, esa parte invisible de los flujos migratorios que enfrenta, en la etapa final de su vida, no sólo el cansancio y a menudo la enfermedad lejos de su casa; además sufren el dolor y la tristeza de saber que probablemente no tendrán oportunidad de regresar a su tierra, de la que han sido arrancados contra su voluntad.
Mantenerse indiferente ante semejante situación es reconocer que nos estamos deshumanizando, que hemos perdido nuestra capacidad de empatía, que no nos importa ser cómplices de la política de dirigentes e instituciones que se han saltado su propia legalidad para defender sus intereses. Tenemos que rechazar firmemente esa política y colaborar para aliviar el sufrimiento de las personas atrapadas en una trampa mortal.
Por ello, las personas abajo firmantes creemos que nuestra obligación como ciudadanía europea y como seres humanos es defender los derechos de las personas solicitantes de asilo y refugio, y en consecuencia EXIGIMOS:
- Que se abran vías de acceso legal y seguro para los refugiados, vías que les permitan ejercer su derecho al asilo y refugio de manera digna y sin tener que arriesgar sus vidas en el camino.
- Que se ponga en marcha una operación permanente de ayuda y salvamento con el objetivo de impedir la pérdida de más vidas de las personas que intentan llegar por mar.
- Que se establezca un sistema amplio de visados humanitarios y de reasentamiento para los solicitantes de asilo. Que se agilice la reagrupación de las familias.
- Que se dispongan mecanismos de financiación extraordinarios para establecer los medios, materiales y humanos, para el acogimiento de los refugiados.
- Que se garantice la protección de las organizaciones y personas que apoyan a la población refugiada.
- Que se aceleren los trámites de acogida y se capacite a los abogados, jueces y funcionarios en materia de protección internacional.
- Que se combatan activamente los discursos xenófobos. Que se promueva, a través de la educación, la convivencia intercultural.
- Que se acaben las distinciones por razones de nacionalidad, religión o procedencia entre los beneficiarios de protección internacional.
#PasajeSeguro ¡YA!